Halloween tiene sus raíces en el antiguo festival celta, conocido como Samhain, que significa "Fin del Verano" y se celebraba al finalizar la temporada de cosecha en Irlanda para dar comienzo al año nuevo celta.
Durante esa noche se creía que los espíritus caminaban entre los vivos, y se realizaban fiestas y ritos sagrados para comunicarse con los muertos. Era habitual colocar una vela en la ventana, se decía que a través de ella, los muertos encontraban su camino.
Para ahuyentar a los malos espíritus, los celtas se vestían con cabezas y pieles de animales, mientras que los sacerdotes realizaban sacrificios con fuego para celebrar el día de un modo más cristiano.
Con las cenizas y los restos de los sacrificios se hacía un conjuro para conocer el futuro de los próximos meses.
También se celebraba la fiesta de las brujas. En ella, las brujas y los brujos se reunían para ofrecer sacrificios a Satanás, señor de la muerte, mediante ritos, actos sexuales y muertes. En la Edad Media se quemaban gatos negros por creerlos amigos de las brujas.
En Estados Unidos comenzaron a celebrar esta fecha las pequeñas comunidades de irlandeses católicos a mediados del siglo XIX, y ya entrado el siglo XX se comenzó a celebrar en el resto del planeta.
